8 de diciembre de 2011

UN POQUITO DE POR FAVOR

La situación está jodida, al límite, me agarro a la esperanza de que pronto J. encuentre un trabajo que nos saque de esta angustia permanente y le aporte un poco de alegría y de estimulación.
Cansada estoy de hablar siempre de la maldita crisis, quiero empezar a oir que la situación mejora, a ver si se me contagia un poco de alegría, de energía, de empeño de ganas de ver las cosas un poco más brillantes.
La navidad está en la esquina y no me motiva ni me provoca sentimiento alguno. El año pasado era de tristeza, de no poder celebrarlo ya que mi peque era tan pequeñito y débil que no podíamos ni salir ni tampoco recibir visitas. Ahora que está hecho un niño fuerte y lleno de energía mi estado de ánimo no le es par.
No es que vaya llorando por las esquinas, ni tampoco que me esté quejando cada cinco minutos, pero las conversaciones diarias giran sobre lo mismo: "qué mal está ahora la cosa" y el pesimismo se me pega, se enrolla en la garganta y solo me permite dejar caer frases negativas y así cada día las conversaciones del desayuno en el bar giran y giran sobre lo mismo.
Tengo ganas de decir basta, quiero tener la energía suficiente para poder primero cambiar la mente, cambiar el chip y creerme que sí hay posibilidad y que detrás de esta cortina pesada hay luz.
Contagiarme de positivismo y contagiar a la gente, así, seguro que el camino se allana, la vista abasta más lejos y el corazón vuelve a palpitar frente una ilusión.

Ahí lo dejo. A ver si alguien me envía ánimos.