10 de mayo de 2011

CARADURAS EN LOS TRANSPORTES

Leyendo el blog de Harry: Just another blog, me ha venido a la memoria una serie de episodios que me dieron mucha rabia y/o me dejaron sorprendida, pero me molestaron.






El primero fue en el andén de la estación de tren Passeig de Gracia en Barcelona, cuando aun había primera clase y segunda clase. Yo aunque estudiante compraba primera clase, no porqué fuera el vagón más cómodo, sino porqué tenías asiento casi garantizado. Era un viernes por la tarde y el andén estaba completamente abarrotado. Habían un montón de niños con un pañuelo atado al cuello en plan scoutboys y los monitores eran unos chavales jóvenes. El tren llegó y la gente había hecho un pasillo entre la muchedumbre para ir llegando a los vagones. De repente alguien me agarró por la espalda y me empujó sobre los niños. Era un señor trajeado que temiendo a perder el tren corría hasta la puerta de primera clase. Aunque los monitores le gritaron él no paró ni un momento, así que como pude llegué yo también a la cola para subir a primera clase y le solté que era un maleducado y que no hacía falta que fuera empujando a la gente, evidentemente su reacción fue acorde con su actitud. me soltó un: ¡"au, va, calla, calla"! y subió al vagón dejándome con la palabra en la boca, la gente se quedó mirándome a mi. Yo era la joven y él era el señor trajeado. Tuve la tentación de sentarme a su lado en el vagón ya que estaba convencida que él se sentía superior y que no se imaginaba que yo pudiera pagarme un billete de primera. Aun recuerdo esto con rabia. Me sentí pequeña, débil e ignorada.






El segundo episodio también me pasó en el tren. Estaba yo ya sentada con mis auriculares colocados y mi libro preparado para empezar el viaje de casi dos horas de regreso a mi casa. También era un viernes por la tarde y el tren siempre se llena de estudiantes que vuelven a casa el fin de semana. Se sentó frente a mi un chico joven que me preguntó dónde me bajaba y le respondí que en Figueres y él al ver que mi parada era posterior a la suya me soltó: "pues cuando lleguemos a Girona me despiertas" y acto seguido se puso a dormir. Yo tuve que reprimir mis ganas de dormirme por miedo a que me pasase la parada y el chico se quedase dormido. vaya responsabilidad más absurda. Ojalá me hubiera dormido a ver qué hubiera pasado. La verdad es que le tendría que haber dicho: "perdona, pero es que seguramente yo me quede dormida también y no puedo asegurarte que funcione como tu despertador personal. Búscate la vida".






El tercer episodio fue en un avión con vuelo Narita (Tokyo) - Frankfurt, un montón de horas seguidas vaya. Me tocó asiento en la fila del medio pero al lado del pasillo y a mi izquierda una madre e hija japonesas que me contaron que se iban 10 días por Europa a ver 15 capitales. Una locura de viaje organizado. Yo me acomodé y puse mi mochila en el compartimiento para tener sitio libre para mis pies pero la mujer invadió mi espacio para poner una de sus bolsas, es decir, colocó la bolsa debajo del asiento frente al mio y mi cara de indignación me dijo que ¡la podía pisar que no importaba! tenía 2 opciones, una decirle que no o pasar de todo y acomodarme aplastando la bolsa de la mujer. Opté por la segunda. Como premio me llevé una grulla hecha de papiroflexia. la verdad es que la mujer intentó enseñarme pero al final fue ella quien la hizo. Aun la conservo.

2 comentarios:

ivisca dijo...

JEEJE! Es verdad, en los transportes públicos siempre hay batallitas para contar, encuentros y situaiciones desagradables... pero también divertidas, anda porqué no cuentas anecdotas buenas en los trenes! que seguro que tienes visto que nos pasamos parte de la juventud viajando en tren!!

Griselda dijo...

La humanidad está sobrevalorada