27 de febrero de 2008

Despropositos de Japón II - Nikko

Bueno vuelvo a la carga.
A ver... hoy toca hablar sobre los templos. Sí los famosos templos japoneses, preciosos ellos, tan solemnes, tan japoneses ellos, allí plantificados en medio de las montañas o en medio de los edificios más modernos. Era lo que más deseaba ver de Japón y no se qué era lo que esperaba sentir cuando estuviera delante de uno, pero no sentí nada.
Entré en el primer templo en mi primer día.
Acababa de llegar a Japón, después de 13 horas de vuelo y mis anfitriones me llevarona ver un famoso templo de Tokyo: el teplo de Asakusa (creo recordarrrr) y estaba , como no, repleto de gente. Fue tal el shock que no tuve tiempo a reaccionar. En medio de Tokyo estaba "eso" allí. Supongo que tengo arraigado profundamente la idea de un templo cristiano: edificios de piedra enormes casi vacíos y oscuros y en Japón los templos son enoooormes también, pero solo puedes ver la entrada. Hay unos altares o lo que sea inmensos pero no se pueden pisar.
Solo pisé un templo en Nikko.
La excursión a Nikko me dejó una sensación increíble de soledad.
Me levanté muy pronto un domingo para coger un tren para Nikko. Una vez allí me dirigí al punto de información y una mujer muy amable ella me indicó que me subiese a un bus para llegar hasta los famosos templos de Nikko.
Me subí al primer bus que llegó y como había un montón de gaijins pensé que era el bus correcto.
El corazón me empezó a latir cuando vi que la pantalla que indicaba las paradas del bus estaba solo en japonés. Me bajé en la primera parada y no se cómo me quedé sola.
Ahora lo pienso bien y solo tenía que armarme de valor y dirigirme a alguien con cara de occidental y chapurrear el inglés para preguntar.
Yo soy así de incoherente: me da miedo volar, pero soy capaz de subirme a dos aviones hasta Japón sola y una vez allí, mi timidez me vence.
A lo que íba: Empezé a caminar nerviosa por un camino y no podía dejar de pensar que tendría que darme prisa a visitarlo todo para poder volver a coger el bus y encontrar la estación de tren otra vez sin perderme (los que habeis estado en Nikko sabreis que todo esto es un poco ridículo). Al final ese camino no me llevaba a ningún sitio y me di la vuelta. Al cabo de pocos minutos encontré la entrada a los templos (estos sí me impresionaron).
El día estaba nublado y eso le daba a todo una atmósfera misteriosa genial para visitar algo tan exotico.
Como era muy temprano no había mucha gente y me adentré en medio de la gente y empecé a fotografiar TODO lo que veía (ese es el inconveniente de estar solo, no puedes comentar nada y te aburres). Vi a un caballo blanco dentro de una especie de establo y en ese establo están los famosos tres monos que uno se tapa la boca, el oyro los ojos y el otro las orejas (no tengo ni idea de lo que significan)
También vi una especie de "capilla" pequeña que según mi guía Lonely planet había una figura de un gato dormido (creo que en ese momento el gato estaba haciendo sus necesidades en el bosque porqué yo no lo vi).
También vi un montón de estatuas de dioses o demonios con caras rojas, verdes azules, etc y todo esto envuelto de árboles teñidos de rojo.
Pero aún no se cómo, me encontré dentro de unos de los templos, de rodillas encima del tatami de ese especie de mega altar y un sacerdote nos bendijo sacando una especie de plumero-fregona y nos lo pasó por encima de las cabezas. No me pude escapar. Seguí el río de gente y nos sentamos en una sala toda decorada y allí rezamos otra vez. Lo digo en plural porqué era la única extranjera y para no desentonar agachaba la cabeza con las palmas de las manos juntas igual que mis "compis" pero no di las 2 palmadas de rigor. Ellos me miraban de reojo y yo a ellos.
Seguimos con la visita y evidentemente no me enteré de nada. Solo tenía los pies helados. Tuve que dejar mis zapatitos en un casillero en la entrada del templo.
Al final salimos y acabé la visita de los templos.
Me dirigí rauda y veloz hasta la parada de bus y me atreví a bajar otra vez por el caminillo y al final llegué a una carretera y al otro lado de la carretera había el famoso puente rojo.
lo fotografié como ochenta veces y vi que la calle que empezaba a partir del puente rojo había un montón de restaurantes y tiendas.
Me compré un paraguas amarillo de plático transparente que lo adoro. Es genial, aunque haga viento y tengas que ponerte el paraguas igual que un escudo medieval puedes ver lo que tienes delante. Era mega barato (aunque en Tokyo era mucho más baratooo)

En fin, busqué el restaurante que Susi y Simón me indicaron y comí sola pero compartí la mesa con una japonesa que se zampó un plato de sopa con un montón de cosas en un momento. Según ellos la dueña era muy simpática, pero como mi timidez no me abandonó, seguí sinintento de hablar con nadie pero me moría de ganas de hacerlo. Soy patética.

Acabé de comer y me di cuenta que mi tren no salía hasta dentro de 3 horas. ¡Qué bien! tendría tiempo de sobras para buscar la estación. Y la encontré, Al cabo de 20 min. estaba solo al final de la misma calle. No se porqué la mujer del punto de información me hizo coger un bus.
En la misma calle había cada pocos metros un cartel que indicaba donde estaba la estación.
Llovía y entré en una cafetería frente la estación. El capuchino me duró una hora más o menos. Mi amiga Susana y anfitriona me dijo que en las cafeterías te podías estar el rato que quisieras.
Una hora, una h-o-r-a, sola mirando como llovía y leyendo un libro (menos mal que me lo traje) y la japonesa de mi lado sorbiendo los mocos continuamente.
En Japón es de mala educación sonarse en público. Pués a mi me da más asco oir sorber los mocos continuamente.
Decidí salir de la cafetería y visitar un poco Nikko y descubrí que las gasolineras tienen los surtidores colgando del techo.
Me pasé la hora que me quedaba dentro del bar de la estación de pie. Volví más cansada y decepcionada de mi misma que nunca.
Pero Nikko es precioso.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que echarle un poco de cara, muchacha; apúntalo para la próxima vez. Te aseguro que cuesta trabajo solo las dos primeras veces, a la tercera ya te atreves a chamullar en japo (o en el idioma que sea) con cualquiera.
No nos habias dicho que has andado sola por ahí, como una aguerrida viajera de "lonely planet".
Los monos representan la prudencia: no he visto nada, no he oido nada, no digo nada.
Me sigo ofreciendo para llevar la maleta en el próximo viaje a Japón, que se que va a ser que no, pero por si acaso lo sigo intentando :D
Un abrazo

Jac dijo...

La verdad es que le echaste un par de narices al ir tu sola. Yo ahora mismo no lo hubiera hecho. Te faltó que alguien te empujara a relacionarte.
Nikko fue una de las cosas que guardo para el siguiente viaje. No nos daba tiempo a ir.

besooos

Finestreta dijo...

Ostres ostres com m'he sentit identificada amb tu!!! No ho saps prou! Cada vegada que me'n vaig a l'estranger, i mira que hi tinc experiència, em passa com a tu, que se'm menja la timidesa, això sí, al principi!!!

Em dóna la sensació que sóc l'única estrangera i que tothom em mira i que pensa que pardilla que sóc... jejejeje

Però al cap d'uns dies et comences a sentir com a casa i passa...

Anónimo dijo...

us falta esperit aventurer!! Vas encertar-la amb afrontar la situació posant la cara pel davant. És la manera de sobreviure als miracles del món que desconeixem.

Segueix temptant-me la idea de visitar Japó. I si fessis una miniguia?

Igrein dijo...

Nooooooo... no no y no! No me hables así de Japón!!! Con lo maravillada que vine yo de allí!!! Ir a Japón era el sueño de mi vida, y cuando llegué estaba asustada... me daba miedo que me decepcionara. No lo hizo en absoluto. Jamás he conocido a gente más amable, más cordial, más silenciosa y más limpia...
Yo, con los ojos cerrados, me iba a vivir unos añitos a Japón... dios... quiero volver... :(

Un besote!!!

Unknown dijo...

Uuuffff,tu post me ha hecho caer en la ansiedad más profunda...arrrrgh!con lo agorafóbica que soy no puedo imaginarme sola en la otra punta del planeta,en un entorno que no conozco y sin ni tan siquiera chapurrear una lengua que no domino.Aún así,me ha gustado tu sorna.Un petó.