2 de septiembre de 2009

HISTORIA INVENTADA 3




Yui era la esposa de Hayato un gran samurai, ella era bella, delicada y demasiado frágil para ser una buena esposa de guerrero. Las esposas de los samurai tenían que ser fieles, leales y sobretodo poder proteger sus casas de los ataques enemigos. Yui no era diestra con las armas, de pequeña intentaron enseñarle el arte de naginata pero no tenía la fuerza suficiente como para poder elevarla más de 1 minuto. Tampoco era buena con el arco y las flechas. Su belleza fue la que le salvó de ser una mujer sin familia y traer la desgracia a sus padres. Gracias a sus encantos Hayato se encaprichó de ella y se casó aún sabiendo que aunque sí le sería fiel y sabría manejar las cuentas de la casa no le correspondería con su valentía.
Hayato se las ingenió para que su hermana pequeña Mei hiciera de papel de guerrera en la casa, así se aseguraba que sus posesiones serían defendidas hasta la muerte por Mei y además su esposa tendría compañía femenina durante sus ausencias.

Yui era una gran músico y tocaba muy bien el Shamisen, y por la mañana tocaba el shamisen antes de irse al río a bañarse.
Mei sabía muy bien porqué cada mañana Yui tocaba el shamisen, era una forma de comunicarse con su amante. Un chico demasiado joven para ser guerrero aun pero ya tenía edad para acostarse con una mujer. Kenta estaba demasiado enamorado de Yui para ser consciente que si Hayato les descubría moría en el acto y además haría que su familia fuese públicamente humillada. Si la melodía que salía del Shamisen de Yui era alegre sabía que ella le esperaría en el bosque, en cambio si la melodía era triste quería decir que Yui quería estar sola. Yui también estaba enamorada de Kenta, él la trataba con dulzura y se esforzaba para complacerla en sus encuentros en el bosque, era un amante perfecto. Por el contrario su marido Hayato no la trataba de seducir, solamente ella tenía que echarse sobre el tatami y estarse quieta.
Lo que no sabía ni Yui, ni Kenta ni su mismo hermano era que Mei estaba obsesionada con Yui. Mei quería poseerla igual que hacía su hermano cada vez que llegaba de una batalla, los espiaba y se deleitaba viendo como Hayato le quitaba el kimono de forma brusca y se echaba encima de ella. Yui solo cerraba los ojos y se dejaba hacer, parecía tan sumisa, tan grácil, era demasiado hermosa y sentía envidia de su hermano. Ella también quería apartar las telas del cuerpo de Yui y verla desnuda, acariciar todo su cuerpo mientras Yui solo cerrase los ojos como si durmiera y sentir el poder sobre ella. Mei no tenía celos de Kenta porqué creía que era solo un crío y que Yui jugaba con él hasta que un día de verano tuvo la mala idea de seguir a Yui hasta el río.
La bella esposa infiel se estaba limpiando en la orilla del río y solo la cubría una tela blanca que a medida que se mojaba se le iba pegando a la piel, el pelo negro le llegaba hasta los pechos que los cubría. Mei estaba embobada hasta que llegó Kenta. El chico se acercó despacio hasta Yui y la abrazó por la espalda, enseguida él le apartó el pelo y dejó al descubierto un pecho que lo acarició y Yui se rió, esa risa le dolió a Mei, pero no podía irse, estaba clavada en su sitio, escondida y llena de rabia.
No hace falta explicar qué acabaron haciendo los dos amantes, pero Mei vio que Yui era diferente con Kenta, Yui no solo se echaba en el suelo, sino que arqueaba la espalda, entrecerraba los ojos y dejaba escapar suspiros de sus labios, sus manos se movían y tocaban.
Mei no pudo aguantar y lloró. Tenía que parar eso, no lo podría aguantar más días. Tampoco podía explicarle directamente a su hermano por miedo a que descubriera que los estaba espiando y que además hacía tiempo que lo sabía y lo permitía. Mei esperó amargamente que su hermano volviese a casa después de unas semanas, mientras se iba margando cada vez que Yui se iba al bosque.
Una mañana que Yui ya estaba en el bosque Mei fue a buscar a su hermano y con engaños consiguió que la siguiese hasta el bosque. El desenlace fue más dramático que Mei tenía planeado.
Hayato estalló en cólera y hizo matar a Kenta en público de la forma más humillante que le fue posible. Le ató de manos y le hizo arrodillar para así que Yui le cortara la cabeza. Yui no pudo evidentemente, prefería que la matara a ella a matar a su enamorado. Como castigo a su infidelidad y a su cobardía le hizo teñir los dientes de negro para que no fuera más hermosa para nadie más y la echó de su casa, para que fuera deambulando y viviera de la caridad de la otra gente. Hayato también mató a Mei por no cuidar bien de sus pertenencias tal y como se le había ordenado desde el primer día que vivió en la casa de su hermano. Lo que no había entendido Mei es que Yui para Hayato era el bien más preciado que tenía y aunque había demostrado en más de una ocasión que era una buena guerrera no había defendido lo que su hermano ansiaba conservar más.

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